La otra cara de las marchas en Cercado de Lima
En el 2002, las constantes
protestas que llegaban hasta el Centro Histórico de Lima y restringían el
acceso al Jirón de la Unión llevaron al empresario Salvador Ode a cerrar su
negocio de ropa. Luego de al menos 10 manifestaciones que le impedían abrir su
local, acumuló deudas por S/58 mil y fue desalojado.
Seis años después, Ode pudo
recuperar su tienda. Sin embargo, teme que el problema se repita este año, pues
entre julio y agosto pasado el acceso al Cercado de Lima se ha restringido 23
días debido a las marchas.
“Algunos han tenido que
cerrar o despedir a trabajadores, y los que nos quedamos nos retrasamos en los
pagos a proveedores o bancos”, dice Ode, vicepresidente de la Asociación de
Empresarios del Jirón de la Unión y Anexos. Esta entidad informó que sus
negocios pierden unos S/6 millones por cada día de cierre.
Entre julio y las primeras
semanas de agosto, cuando se recrudecieron las protestas del Sindicato Unitario
de Trabajadores en la Educación del Perú (Sutep), cuatro locales en la galería
Plaza de Armas, ubicado frente a Palacio de Gobierno, se vieron obligados a
cerrar. Esta situación afecta también a otros 12 mil trabajadores de los 1.500
locales de la asociación.
“El estrés, la frustración y
la incertidumbre son lo único que camina por las calles. Ayer [el jueves 10] no
entró ni una sola persona y temo que nos retrasaremos en el alquiler del local
y el pago a nuestras trabajadoras”, lamenta Claudia Anderson, administradora de
la Casa del Café, ubicado en el pasaje Santa Rosa.
Las huelgas no solo han
afectado a los comerciantes del Centro de Lima. Durante las semanas pasadas
perjudicó el turismo, pues se impidió el ingreso a la Plaza Mayor de cientos de
extranjeros. De la misma forma, afectó el tránsito vehicular debido a los
recorridos de los manifestantes, que en varias ocasiones se desviaron de su
trayecto oficial. En horas de la tarde, algunos vehículos particulares
permanecían hasta una hora estancados en una misma cuadra.
La semana pasada, el
servicio de la ruta A del Metropolitano (que circula por la avenida
Emancipación) se vio restringido durante varias horas. Similar situación se
vivió en las avenidas Tacna y Abancay, que obligó a que las personas busquen
otras formas de movilizarse, como en colectivos informales, quienes
aprovecharon para duplicar sus tarifas.
—Protestas y cierres—
Solo en julio, debido a dos misas en la Catedral –una de representantes del Poder Judicial y otra en favor de Alberto Fujimori– y a las protestas de los médicos y profesores, se cerraron las calles aledañas a la Plaza Mayor por 13 días. En agosto, ya van 10 días del bloqueo de vías y calles.
“Nosotros no estamos en
contra de las marchas, pero nos están afectando directamente. Lo ideal sería
que se concentren en un solo punto y eviten desplazarse”, solicita Ode.
Sin embargo, esta
posibilidad resulta imposible debido al derecho constitucional de todos los
peruanos para ejercer una huelga y al libre tránsito por las calles y plazas de
la ciudad, indica el experto en temas municipales Julio César Castiglioni.
“Esa figura atentaría contra
la libertad de reunión, desplazamiento y huelga, que son derechos
constitucionales. Ni el Gobierno ni la Municipalidad de Lima los puede
prohibir”, dice Castiglioni.
El Comercio- 13 de agosto de 2017
Comentarios
Publicar un comentario