LIMA DESNUDA
- Decenas de `Nightclubs´ y bares de mala reputación toman Lima de noche y se convierten en centros de explotación sexual. Por esas horas, el centro de la ciudad se vuelve un foco de Prostitución, `Peperas´ y `Raqueteros´. Pese a que no existe una norma que impida que estos centros nocturnos funcionen en la zona, expertos señalan que deberían ser clausurados.
Es jueves en
el centro histórico de Lima. En promedio las 9:00 pm. Los ambulantes comienzan
a tomar algunas cuadras del Jirón de la Unión. También los imitadores de
Michael Jackson bailan en la plaza San Martín junto a `fletes´ que venden sus
cuerpos, personajes beliciosos que hablan de política y hombres oscuros que
compiten por saber quién tiene más tatuajes o `piercings´ en sus cuerpos. A
unas cuadras algunas prostitutas pasean por la Colmena, avenida que, por estas
horas, se llena de bares con focos rojos y aserrín en el piso, pero también de
borrachos que son potenciales victimas de `peperas´ o `raqueteros´ que caminan
por ese corazón contaminado y perverso que es Lima de noche.
Las arterias
de ese corazón lo llenan bares `nightclubs´. A lo largo de la avenida La
Colmena, unos diez centros nocturnos se camuflan entre viejas librerías,
restaurantes que de día funcionan como pollerías o cebicherías. Se trata de
locales que esconden una realidad gris: la explotación sexual y la trata de
mujeres. A muchas de las chicas que trabajan en estos lugares les ofrecieron
trabajo de meseras para luego someterlas a la prostitución. Para colmo, muchos de
estos locales se encuentran protegidos por amparos judiciales que impiden su
cierre definitivo y permiten que estos delitos continúen a solo unas cuadras
del Ministerio de la Mujer, la Municipalidad de Lima y el Palacio de Gobierno.
“Yo recibo
10% por la venta de un trago”, dice una de las chicas que trabaja en estos
locales. “Debo hacer que los hombres se emborrachen rápido”, explica. “Yo no me
prostituyo, solo hago compañía”, se justifica otra, quien pide le inviten una
copa de champaña a S/:25. “A mi me engañaron, yo no quería trabajar así”, se
lamenta.
En estos
locales se explota sexualmente a las mujeres, quienes trabajan durante toda la
madrugada para ganar entre S/.50 y S/.100 por noche. No solo peruanas, algunas
mujeres aseguran ser de Colombia y Ecuador. Ellas afirman que se mantienen en
este negocio para ganar dinero y luego regresar a su país.
Zona Rosa
Estos
locales se conocen comúnmente como `a sol la barra´. Aquí hay mujeres que se
desnudan y hombres que pagan entre uno o dos soles por verlas sobre un
escenario o `barra´. Pero ¿deberían funcionar estos `nightclubs´ teniendo en
cuenta que además se convierten en potenciales focos de delincuencia? El
experto en temas Municipales Julio César Castiglioni explicó que, si bien no existe una norma que
impida que estos locales funcionen en el centro de la ciudad, recomendó a la
Municipalidad de Lima cambiar la zonificación del centro histórico. ¿El
Objetivo? Que se prohíban los `nightclubs´, hostales, hospedajes, casas de
reposo, saunas (que funcionan como prostíbulos), además de las populares barras
de a sol, bares y cantinas. Aunque, el experto consciente, eso no solucionará
el problema de fondo: la trata de personas.
“El
procedimiento sancionador para el cierre de estos lugares debería ser más
eficiente por parte de la Municipalidad de Lima porque los errores que cometen
en las clausuras da pie a que se presenten demandas de amparo que les permiten
seguir funcionando”, dice. ¿A qué se refiere Castiglioni? Estos
errores, explica, son que la Municipalidad no suele notificar el cierre del
local. Lo que hace, asegura, es llegar y cerrarlo sin previo aviso. Lo
correcto, explica, debería ser notificar su visita, entregar siete días para el
descargo de los dueños del local, si sus declaraciones no satisfacen, recién
proceder a multar y clausurar. “si solo lo cierran, el dueño del dudoso local
se hace de un amparo judicial bajo la figura de que el municipio `atentó contra
el debido procedimiento´, Entonces el Poder Judicial le dará la razón y
continuará con sus labores”, puntualiza.
Diario Correo – 26 de octubre del 2014
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