CUATRO DE CADA CINCO MENORES DECLARAN QUE ES FÁCIL OBTENER ALCOHOL Y CIGARRILLOS
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Según
el último estudio de Cedro, el 83,2 % de los menores de entre 12 y 18 años
considera que en nuestro país es sencillo comprar licores.
El
Ministerio de Salud (Minsa) atendió, entre enero y abril de este año, a 156
niños y adolescentes menores de 17 años intoxicados por el consumo excesivo de
alcohol en el país. Cinco de ellos presentaron graves enfermedades en el
hígado.
Elisa tiene miedo. Se siente dentro de
un laberinto y no sabe cómo salir de él. A sus 16 años, el ron se ha convertido
en su único refugio. Todos los fines de semana se reúne con sus amigos – todos
mayores que ella – y salen a divertirse hasta perder el conocimiento. La semana
pasada despertó desnuda en un hotel sin recordar cómo llegó ahí. Ahora, lo
único que la invade, además de la resaca, es el pánico. “No sé cómo parar”,
dice mientras rompe en llanto.
El último sondeo de opinión del Centro
de Información y Educación para la Prevención de Abuso de Drogas (Cedro) revela
que cuatro de cada cinco menores de entre 12 y 18 años considera fácil
conseguir alcohol y cigarrillos en el país.
La encuestas precisa que el 83,2% y el
79,6% de los adolescentes cree que es
fácil obtener licor y tabaco, respectivamente, en locales comerciales del país.
El estudio expone, además que el 32,4% de los menores tiene amigos que consumen
drogas.
PUNTO DE VISTA
LA
FISCALIZACIÓN ES MUY DÉBIL
JULIO CÉSAR CASTIGLIONI – Abogado
municipalista
La función de fiscalización y control
está a cargo de cada gobierno municipal. Las ventas de alcohol y de tabaco a
menores están prohibidas por ley, entonces los municipios son los que deben
hacer que se cumpla.
Las sanciones no deben ser solo
económicas, también se debe poner mano dura estableciendo la clausura
definitiva de los locales que infringen la norma, porque si los municipios van
a ir de multa en multa, entonces resulta muy cómodo pagar la sanción y, luego,
seguir vendiendo alcohol a menores.
Si bien es cierto que la
responsabilidad es del municipio, ante la gravedad del problema se puede buscar
una concertación con la Municipalidad de Lima para que se defina un plan
estratégico metropolitano como parte de la seguridad ciudadana de toda la
capital.
Ahora bien, la principal falla dentro
de esta problemática no es solo que no hay fiscalización de todos los
establecimientos, si no que cuando la
llevan a cabo es muy débil.
Los procedimientos de fiscalización
fracasan porque, en primer lugar, los municipios envían a los supervisores a
realizar las operaciones. Estos supervisores, que muchas veces son agentes de
serenazgo o inspectores municipales, deja una notificación al local infractor,
pero este documento no tiene facultad resolutiva. Es decir, los dueños de los
establecimientos pueden impugnar las notificaciones y continuar trabajando con
toda normalidad.
Los únicos que están autorizados para
poner una multa y aplicar el cierre definitivo del local son los gerentes de
fiscalización de cada comuna, según lo establece la Ley Orgánica de
Municipalidades.
Entonces, el gran error que cometen
los municipios es que se envía al serenazgo cuando ellos son solo agentes de
apoyo de seguridad y solo pueden notificar por 24 horas.
El segundo problema es que se debe
modificar el reglamento de sanciones que tiene cada municipio. Las multas deben
ser más drásticas por este tipo de infracciones, que son muy graves.
Por último, las municipalidades deben
empezar a cambiar los requisitos que exigen para otorgar las licencias de
funcionamiento. Debería haber una causa en la que se especifique que la
licencia debe ser revocada si los dueños cambian el giro del servicio. Se está
siendo muy permisivo con un problema que es vital para la formación de los
menores de edad.
El
Comercio – 22 de junio de 2013
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